dijous, 2 de febrer del 2012

Te quiero.


Estaba esperando que me llamara. Sonó el teléfono, era Elia. Me dijo que su hermana iría a una fiesta a casa de Leo y ellas también podían ir, que en la fiesta también estaría Paolo. Eso me animo a ir. Él no me llamo, pero tenía la oportunidad de verlo y decirle lo que sentia hacia él. Elia me paso a buscar con su Vespa, y nos fuimos a la fiesta. Estábamos aburridas hasta que Aleix saco a bailar a Elia. Yo me fui al jardín, Paolo apareció, hablamos, me hacía reír, cuando estuve preparada para decirle que le quería, su hermano nos llamo, había perdido la oportunidad. Elia vino hacia mi, me pregunto si le había dicho y yo avergonzada le conté lo que paso. Aleix se llevo otra vez a Elia y yo me quede sola, ya no sabía donde estaba Paolo, solo sabía que le quería muchísimo. Me fui. Estaba en la plaza del Lago ya llegando a casa cuando Paolo me dijo que me acompañaba a casa. Yo encantada me subí a su Honda. Me agarré a su cintura lo más fuerte que pude. Fuimos a un bar a tomar una copa. Me sentía tan segura con él a mi lado, temía a perderle. Nos fuimos, paseamos, estábamos bien juntos. Entonces llego el momento más feliz de mi vida. Me miro y me beso. Mi mejor beso, debajo la luna. Me susurro: Te quiero. Mi mejor recuerdo. Yo le dije: Yo más. Nos abrazamos. Ese era mi mejor sueño vivido hasta nunca. Volvimos al bar donde habíamos aparcado la moto, nos fuimos. Algo paso per su cabeza, me miró, me sonrío. Un camión pasó. Abrí los ojos y lo vi allí, tirado al suelo, su cabeza sangrando, policías rodeándolo, una ambulancia. Nos cogieron, yo estaba mínimamente bien, él no me respondía. Yo lloraba. Temía perderlo. Llegamos al hospital. Nadie me informaba. Elia llego con Aleix, estaba medio instituto allí. Yo me había roto la pierna y el brazo, pero no me importaba solo me importaba él. No podía parar de llorar, no me dejaban mover de la camilla a la que estaba. Llego Elia, le conté todo lo que paso esa noche mágica, que ya no era tan mágica, ahora era más trágica. No podía parar de llorar. Vino un medico. Me dijo que él había muerto. Lloraba y lloraba. No me dejaron verle. Solo quería un último momento con él y no lo tuve jamás. Solo me quedaban los recuerdos pasados. El beso. Él lo era todo y ahora lo había perdido para siempre. Ahora hace ya un año de esto, pero aún lo recuerdo como si fuera ayer. Recuerdo perfecta mente cada momento, cada segundo. Las lágrimas me resbalan por la cara y llegan a mi corazón donde se quedaran eternamente. Ya no estará nunca más conmigo, ya no volveré a escuchar su sonrisa, ya no volveré a notar el tacto de su piel. Mirar a un punto fijo y sentir por última vez sus últimas palabras que me dijo: Te quiero.