Estaba esperando
que me llamara. Sonó el teléfono, era Elia. Me dijo que su hermana iría a una
fiesta a casa de Leo y ellas también podían ir, que en la fiesta también
estaría Paolo. Eso me animo a ir. Él no me llamo, pero tenía la oportunidad de
verlo y decirle lo que sentia hacia él. Elia me paso a buscar con su Vespa, y
nos fuimos a la fiesta. Estábamos aburridas hasta que Aleix saco a bailar a
Elia. Yo me fui al jardín, Paolo apareció, hablamos, me hacía reír, cuando
estuve preparada para decirle que le quería, su hermano nos llamo, había
perdido la oportunidad. Elia vino hacia mi, me pregunto si le había dicho y yo
avergonzada le conté lo que paso. Aleix se llevo otra vez a Elia y yo me quede
sola, ya no sabía donde estaba Paolo, solo sabía que le quería muchísimo. Me
fui. Estaba en la plaza del Lago ya llegando a casa cuando Paolo me dijo que me
acompañaba a casa. Yo encantada me subí a su Honda. Me agarré a su cintura lo
más fuerte que pude. Fuimos a un bar a tomar una copa. Me sentía tan segura con
él a mi lado, temía a perderle. Nos fuimos, paseamos, estábamos bien juntos.
Entonces llego el momento más feliz de mi vida. Me miro y me beso. Mi mejor
beso, debajo la luna. Me susurro: Te quiero. Mi mejor recuerdo. Yo le dije: Yo
más. Nos abrazamos. Ese era mi mejor sueño vivido hasta nunca. Volvimos al bar
donde habíamos aparcado la moto, nos fuimos. Algo paso per su cabeza, me miró,
me sonrío. Un camión pasó. Abrí los ojos y lo vi allí, tirado al suelo, su
cabeza sangrando, policías rodeándolo, una ambulancia. Nos cogieron, yo estaba
mínimamente bien, él no me respondía. Yo lloraba. Temía perderlo. Llegamos al
hospital. Nadie me informaba. Elia llego con Aleix, estaba medio instituto
allí. Yo me había roto la pierna y el brazo, pero no me importaba solo me
importaba él. No podía parar de llorar, no me dejaban mover de la camilla a la
que estaba. Llego Elia, le conté todo lo que paso esa noche mágica, que ya no
era tan mágica, ahora era más trágica. No podía parar de llorar. Vino un
medico. Me dijo que él había muerto. Lloraba y lloraba. No me dejaron verle.
Solo quería un último momento con él y no lo tuve jamás. Solo me quedaban los
recuerdos pasados. El beso. Él lo era todo y ahora lo había perdido para
siempre. Ahora hace ya un año de esto, pero aún lo recuerdo como si fuera ayer.
Recuerdo perfecta mente cada momento, cada segundo. Las lágrimas me resbalan
por la cara y llegan a mi corazón donde se quedaran eternamente. Ya no estará
nunca más conmigo, ya no volveré a escuchar su sonrisa, ya no volveré a notar
el tacto de su piel. Mirar a un punto fijo y sentir por última vez sus últimas
palabras que me dijo: Te quiero.